21 jul 2011

“Al proponer estas escuelas, van directamente contra la Convención de los Derechos del Niño”

Basta recordar la historia del país y el rol que han tenido estas instituciones de control social punitivo, como las policías y los servicios penitenciarios, para dilucidar que no es ni ha sido nunca su función educar o contener a los jóvenes más pobres. Al proponer estas “escuelas de formación” de niños y adolescentes, estas fuerzas de seguridad van directamente contra la Convención sobre los Derechos del Niño, de rango constitucional en la Argentina.

 Estas instituciones están altamente desprestigiadas y permanentemente se exige su reforma, porque sabemos cuáles siguen siendo sus prácticas. Y sobre todo porque a pesar de que sus acciones sean en nombre de la asistencia social que el mismo Estado no da con otras instituciones, estas escuelas responden a la lógica de las acciones preventivas en el nombre de la seguridad y el orden para los “otros”: “intervienen en la ‘formación de estos jóvenes’ antes de que caigan en el camino del delito”. La mirada sobre los niños y jóvenes de estos sectores sociales empobrecidos, los considera una amenaza. Crean estos espacios de “supuesta inclusión”, antes de llegar a ellos con su faceta represiva de siempre. Las escuelas tienen distintas expresiones, pero varios rasgos en común. Por ejemplo, hay una participación muy activa de la Iglesia, que aporta un “sentido evangelizador”. En Misiones se incorporaron actividades recreativas, campamentos. Y esta conjunción sucede, porque ambas instituciones son fuerzas vivas en el interior. En muchas provincias existe una mayor integración con la sociedad, son parte del tejido social. Pero además se debe tener en cuenta que estos espacios tienen consenso de las fuerzas políticas, razón por la cual pocas veces se hacen públicos estos temas y pueden seguir expandiéndose. Lo mismo que sucede con los padres, para quienes son lugares de contención, porque sus hijos pertenecen a sectores pobres. A los padres no se los debe juzgar porque defienden estas propuestas, el problema es que el Estado no está presente de otro modo. Si le ofrecieran escuelas con jornada completa con formación laboral y con espacios culturales-recreativos, probablemente muchos de ellos, lo preferirían.