La posibilidad de que los estudiantes secundarios sumen a sus obligaciones escolares las responsabilidades de una pasantía en el mercado laboral ofrece múltiples enfoques para el análisis. Por un lado, habría mayores posibilidades de un ingreso rápido y en mejores condiciones al mercado laboral. Por el otro, podría implicar a la vez una sobreexigencia para los estudiantes, una baja en su rendimiento y un alejamiento de la posibilidad de seguir con éxito una carrera universitaria.
Marcelo Roitbarg, rector de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, dependiente de la UBA, afirma que con las pasantías durante los últimos años de la secundaria es posible que se busque una salida laboral a los chicos, lo que, tomando en cuenta la actual situación social de muchos de ellos, posiblemente sea algo positivo. Sin embargo, Roitbarg afirma que las pasantías son muy desgastantes para los alumnos y atentan contra su preparación para la Universidad. Dice que las escuelas universitarias dependientes de la UBA no están comprendidas en el decreto publicado ayer en el Boletín Oficial, pero que aunque lo estuvieran el sistema no sería aplicable en su colegio. “A nosotros nos cuesta mucho generar en los chicos el ahínco por el estudio y la idea de que nada se consigue sin esfuerzo, necesarios para ir con éxito a la universidad, y el ir a trabajar disipa la autoexigencia necesaria”, explica Roitbarg.
En cambio, para Sergio Goberitz, rector de la Escuela de Educación Técnica N° 1 Otto Krause, esto no es así. No al menos en lo que toca a los alumnos de su escuela, que por ser técnica presenta algunas características particulares. Alumnos del Otto Krause han realizado pasantías en el marco del programa Aprender Trabajando, del Gobierno de la Ciudad, y Goberitz afirma que cuando la pasantía funciona como debe y no se transforma en un medio para que las empresas obtengan mano de obra barata, el saldo es muy positivo. “Y respecto de la preparación para la universidad, las buenas pasantías no son un obstáculo; con o sin ellas lo más probable es que los estudiantes de escuelas técnicas comiencen a trabajar apenas egresen del secundario y lo sigan haciendo mientras siguen estudiando”, dice Goberitz.
Una opinión similar tiene María Beatriz Cao, rectora de la Escuela de Comercio N° 10 Islas Malvinas, una escuela nocturna en la que trabaja el 60 % del alumnado. A ella le parece que las pasantías son “excelentes, ya que no atentan contra el rendimiento escolar y preparan de un modo integral para el mundo laboral”.
Fuente: http://www.clarin.com/
Marcelo Roitbarg, rector de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, dependiente de la UBA, afirma que con las pasantías durante los últimos años de la secundaria es posible que se busque una salida laboral a los chicos, lo que, tomando en cuenta la actual situación social de muchos de ellos, posiblemente sea algo positivo. Sin embargo, Roitbarg afirma que las pasantías son muy desgastantes para los alumnos y atentan contra su preparación para la Universidad. Dice que las escuelas universitarias dependientes de la UBA no están comprendidas en el decreto publicado ayer en el Boletín Oficial, pero que aunque lo estuvieran el sistema no sería aplicable en su colegio. “A nosotros nos cuesta mucho generar en los chicos el ahínco por el estudio y la idea de que nada se consigue sin esfuerzo, necesarios para ir con éxito a la universidad, y el ir a trabajar disipa la autoexigencia necesaria”, explica Roitbarg.
En cambio, para Sergio Goberitz, rector de la Escuela de Educación Técnica N° 1 Otto Krause, esto no es así. No al menos en lo que toca a los alumnos de su escuela, que por ser técnica presenta algunas características particulares. Alumnos del Otto Krause han realizado pasantías en el marco del programa Aprender Trabajando, del Gobierno de la Ciudad, y Goberitz afirma que cuando la pasantía funciona como debe y no se transforma en un medio para que las empresas obtengan mano de obra barata, el saldo es muy positivo. “Y respecto de la preparación para la universidad, las buenas pasantías no son un obstáculo; con o sin ellas lo más probable es que los estudiantes de escuelas técnicas comiencen a trabajar apenas egresen del secundario y lo sigan haciendo mientras siguen estudiando”, dice Goberitz.
Una opinión similar tiene María Beatriz Cao, rectora de la Escuela de Comercio N° 10 Islas Malvinas, una escuela nocturna en la que trabaja el 60 % del alumnado. A ella le parece que las pasantías son “excelentes, ya que no atentan contra el rendimiento escolar y preparan de un modo integral para el mundo laboral”.
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