Este proyecto de “evaluación voluntaria” se presenta como “no punitivo”, pero en realidad prepara la
evaluación obligatoria con intenciones de modificar la carrera docente. Han tomado como referencia el modelo utilizado en Chile, México y los Estados Unidos, donde se somete a los docentes a evaluaciones sobre desempeño y rendimiento de los alumnos, lo que determina diferencias salariales e incluso el despido. Estos cambios dejaron los estatutos docentes de esos países “marchitos”, ya que se incorporó a los educadores en forma paulatina a ese nuevo sistema.
El gobierno porteño justifica el sistema en la necesidad de “mejorar la calidad educativa”, pero en aquellos lugares donde se aplicó, la educación ha empeorado, vaciándose de contenido y estableciendo un régimen de competencia individual entre colegas y entre escuelas, a tono con las leyes de mercado, pero lejos de las necesidades educativas de la sociedad. Para mejorar la educación, Macri debería democratizar el sistema educativo con espacios de coordinación y autoevaluación permanente y colectiva. Para esto es imprescindible rediseñar la jornada laboral, para garantizar la formación continua como parte de la jornada de trabajo. Aumentar el presupuesto educativo, para tener salarios dignos y para atender las necesidades en infraestructura escolar. Además, debería revertir el proceso de privatización con la supresión de los subsidios a la educación privada. Desde Ademys caracterizamos a estas políticas como una “trampa” y llamamos a los docentes a rechazarlas y a no inscribirse. Por
Fuente: http://tiempo.elargentino.com/