Creen que pagar la cuota se justifica para que los chicos tengan clase todo el año.
El mendocino Alejandro Pavez (36) cursó la primaria y la secundaria en cuatro colegios distintos porque su
familia se trasladó varias veces de lugar de residencia. Todos fueron colegios estatales. Aunque su padre estaba en una buena situación económica, dice que “nunca se discutió si iba a ir a una pública o privada. Entonces todos coincidían en que era mejor la educación en la escuela pública. A la privada iban los que tenían problemas de aprendizaje y conducta”.
Algo cambió para él en 20 años. Su hijo Santiago (6) ha concurrido a colegios privados desde que tiene dos años. Alejandro –que tiene un comercio– está convencido de que lo que le ofrece hoy la escuela privada es “varias veces” superior a una pública. Con su esposa Gabriela, que se recibió de contadora en la universidad pública, enumeran las diferencias a favor que encuentran en la escuela de su hijo: “No hay paros. Si falta el docente, ponen un reemplazo. Los chicos están contenidos y controlados”.
Sobre la calidad de la educación, Alejandro asegura que la escuela privada es “más exigente” y destaca que desde que van al jardín, los alumnos tienen computación e inglés. Además, como su hijo va a una escuela católica con subsidio estatal, “la cuota es accesible para una familia de clase media”.
Para otra familia, de La Plata, las opciones de doble jornada escolar con almuerzo incluido y una mayor continuidad en el dictado de clases fueron decisivas para mandar a sus hijas a la escuela privada desde el jardín de infantes. Agustina (10) y Catalina (8), las hijas de Julián Gil (46), asisten al colegio Club Estudiantes de La Plata ubicado en City Bell y pese al esfuerzo económico de sus padres –pagan una cuota mensual de 1.250 pesos por cada una– no tienen previsto por ahora el cambio de las chicas a una escuela pública.
Julián y su mujer tuvieron que resolver el ingreso de su hija mayor al sistema educativo en 2005. “Por cuestiones laborales, en nuestra búsqueda priorizamos la oferta de la doble jornada, en un año con continuas interrupciones de clases en la escuela pública, fundamentalmente por los paros y protestas por malas condiciones en los edificios. Entonces nos decidimos por una privada”, explica Julián.
“Para algunos papás es un esfuerzo muy grande cumplir con las cuotas, pero lo hacen porque existen diferencias con la escuela pública”, agrega el papá de las chicas, que es analista de sistemas. El hombre pertenece a una generación que pasó por la escuela pública, pero eligió la educación privada para la formación de sus hijas. Cree que está “un escalón arriba” con relación a la estatal.
El tercer caso es el de una familia cordobesa. Susana Zanotti (47) una empleada bancaria que es madre de Joaquín (9), Jawaharlal (15), Pilar (16) y Juan Pablo (20). “El sacrificio económico vale la pena porque mis chicos asisten a clases todo el año y no estamos pendientes de que si habrá paro o no”. Para todos sus hijos, Susana aplicó la misma fórmula académica: “El recorrido fue igual. Empezaron en la guardería privada Diente de Leche; y de ahí pasaron al jardín, primario y secundario del Colegio de las Marías”. Por mes, la familia desembolsa poco más de mil pesos en cuotas escolares. No obstante, recalca que “el dinero que va para la educación es una inversión, no un gasto”, señala. Por último, Pilar, una de sus hijas, concluye: “Me gusta el cole al que voy porque termino las clases a tiempo y sin prórrogas de días como pasa en las otras escuelas”.
Corresponsalias De MENDOZA, LA PLATA Y CORDOBA.
Fuente: http://www.clarin.com/