Lombardi además señaló que "no es lo mismo importar libros que perfumes" y remarcó que “ningún troglodita puede decirnos lo que se puede o no se puede leer" en clara referencia a las restricciones impuestas por el secretario de Comercio.
Luego agregó que "entorpecer la libre circulación de los libros es entorpecer las ideas", siguió Lombardi. "Son los lectores las víctimas", agregó. "Queremos libros en inglés, en francés, en alemán, en portugués y queremos libros electrónicos".
En tanto, Sileoni salió al cruce y destacó que "hay un 30 por ciento más de expositores. No parece este un país donde falte la libertad", se defendió.
Y fue por más: "Los que creían que era lo mismo producir caramelos que acero hoy gobiernan la Ciudad de Buenos Aires", enfatizó y luego recordó la importancia de la impresión de libros en la Argentina como política de Estado, "porque debemos generar miles de puestos de trabajo", enfatizó.
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